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Testamento de Jesús

 

Yo, Jesús de Nazareth, estando próxima mi partida, con el propósito de salvar a la humanidad y estando en plenas facultades mentales, deseo firmar este documento para repartir mis bienes entre las personas que creen en mí.

 

Esta es Mí voluntad; dejo:

La estrella:

A todos aquellos que están desorientados y necesitan ser guiados por el camino de la verdad.

El pesebre:

A todos aquellos que no tienen nada, ni siquiera un sitio para cobijarse o un fuego donde calentarse.

Mis sandalias:

A todos aquellos que están dispuestos a seguir haciendo caminos para llevar la salvación por todo el mundo.

La palangana:

A quienes deseen ser pequeños y humildes ante los hombres, para poder servirme.

El plato para el pan:

A los que viven en fraternidad y están dispuestos a amar, aún a sus enemigos.

La copa del vino:

A quienes estén sedientos de llevar consuelo a los que sufren, amor a los dolidos y paz a los necesitados.

La cruz:

A todo aquél que esté dispuesto a llevarla sobre sus hombros.

 

Mi túnica:

A todos aquellos que la dividan y repartan. Porque así quiero que hagan ustedes, repartirse para ser testimonio y ejemplo de vida y santidad, para que el mundo pueda ver la diferencia.

Mis palabras:

A todos aquellos, que escucharon, creyeron y las pusieron en práctica.

La alegría:

A todos aquellos, que deseen compartirla.

Mi hombro y mis brazos:

A todos aquellos que lo necesiten para apoyar su cabeza y a los abatidos por el cansancio del camino, para que descansen y recobren fuerzas para seguir adelante.

Mi perdón:

A todos aquellos que pecan, especialmente a los más débiles. Todo aquel que venga a Mí con verdadera humildad recibirá mi perdón.

Mí vida:

Primeramente a mis verdugos, pero también dentro de pocos días, cuando resucite se la dejo a todo aquél que me permita morar en su corazón.

 

Por cierto, en este mismo instante estoy empezando a anotar los nombres de todos mis herederos… ¿Qué tal si empiezo por ti?

Jesús